miércoles, 30 de diciembre de 2009

Lobo solitario

Las estrellas brillan aún más cuando no hay ninguna luz perturbando el oscuro cielo, lucen su genuina perfección y deslumbran a aquellos ojos que miran desde abajo. Estos, que solo se dedican a observar, son solo intentos fallidos de astro, su luz apenas penetra o parpadea en la amplia bóveda. Y por no tener luz propia para cegar la vista de los demás, están destinados a inundar la suya. Así, el agua salada se va, ella tampoco quiere malgastar tiempo con ellos, y escapa por el recorrido azul hasta tropezar con el suelo, finalmente se funde con él y sus hermanas. El sonido intermitente del frotar de las alas de un grillo se mezcla con el llanto de quien llora por impotencia, quien ve en su noche eterna el destello de lo que desearía ser. El bostezo de una boca que se aburre, el falso arqueo hacia arriba de esta, un gato negro que recorre la acera encharcada de la calle, un sueño que provoca un despertar empapado en lágrimas, indicios de que la soledad deja en el asfalto la mancha de su sombra. Ese que por dentro es perro que huye de la mano del humano por temor a ser estrangulado, seguirá teniendo alma de lobo solitario y ahuyará a aquella que comprende la pesadumbre, taciturna Luna que acaricia desde la lejanía al que ama, mientras la cara oculta llora por no ser correspondida. El que posee una mente simple solo albergará en su interior emociones sencillas, pero un cerebro complicado conlleva sentir cada sentimiento como cemento caliente en la espalda.

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