domingo, 21 de marzo de 2010

Dulce vínculo de la amarga belleza.

Las mejores palabras, estas que contienen de verdad la sinceridad de una boca herida, son sometidas al silencio del terror adormecido, abrazado de la epiglotis sin dejar en paz el trascurso natural del sonido que aguarda el alma impotente. Retumban en el estómago deseosas de libertad, mas son aplastadas por el peso de la racionalidad... de atributos que acometen contra el instinto animal del esclavo ser, creyéndose libre no es más que un cúmulo de reprimendas. En su jaula, de fondo el constante eco de las voces de la cobardía, que delicia sería que estas rozaran el aire y descargaran su maldad contra las inmensas montañas, las cuales cuanto más lejos se encuentren mucho mejor, y así olvidan el acoso a mi sinceridad, posándola en plena templanza para no ser ni escondida ni arrojada al exterior, sino deslizada con total naturaleza.

Mostrar cual es la realidad que agacha la cabeza por vergüenza, sintiendo las collejas de la gruesa mano llamada complejo, pues detrás de la seguridad millones de veces se oculta... Y amar la perfección con su verdadero significado, ya que esta se agazapa hasta entre las más tristes emociones; incluso ahora, con el interior hecho trizas, se aguarda la armonía y se entrelazan las moléculas de la melancolía, creando el dulce vínculo de la amarga belleza que se encuentra en mis pedazos... pues si me siento así, es por un sentimiento limpio, a pesar de que me ahoga sigue siendo puro, y quizás esto sea mi conexión con el loco mundo que muy pocas veces quiero comprender.

Dicha limpieza descansa en lo que callan las comisuras de mis labios, de la confrontación de sensaciones que logro retener en un mero abrazo fugitivo, todo lo que mato en apariencias y lo que goza de vida adentro. Pues en ellas vivo, ya que con ellas siento, aunque sea la vivaz pesadumbre a solas y el embeleso que respiro con tu brisa.

domingo, 14 de marzo de 2010

El cielo de esta noche

Hoy, tumbada sobre algo de lo que ya he olvidado como se llama, pues ahora, en este preciso momento, el techo se esfuma desdibujando surcos descoloridos en el aire; desaparecen trece pisos como lo hace una pizca de polvo al ser empujado por un pequeño remolino en forma de suspiro, recién salido de una traviesa boca; la brisa del aire libre roza mi piel con suavidad, mas si lo hiciera con crueldad esta misma ni se percataría, pues en mi mente solo se hospedan cábalas que admiran ahora hacia las estrellas presas del inmenso cielo descubierto, tendido sobre el suave manto negro con el brillo propio de la seda. Intento destrenzar el enigma que me prestan tus ojos, que rigen tus palabras... estos torpes dedos solo conocen el enredo.Como mira un niño pequeño, con mirada curiosa, admirando el universo; temblando por la solemnidad y grandeza de este, con la boca entreabierta dibujando en ella "por qué", "cómo"...

Por cada astro que brilla desde lo alto, un secreto encierras, el cual interrumpe mi calma como lo hace el eco de tu absurda risa. Volar entre las moléculas de aquella cabeza, desvelar sus espejos y mirar de una vez cuál es mi reflejo. Obviar que lo se todo nunca fue tan complicado, como lograr rayar La Luna con las uñas. Y que quede claro que me cuesta tanto encajar piezas como nombrar las constelaciones que me muestra el cielo de esta noche.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Indiferencia

Bendita indiferencia, te posas en mi frente por mero antojo y cuando realmente eres menester te deslizas con la brevedad de la brisa... dejando a solas a quien muere por la aflicción de un todo introducido en el pecho, surgiendo de ahí dolor que no quise nunca volver a sentir. Requiero otra vez tu presencia, tan solo tu compañía más la deseada soledad, pues si tu estás a mi merced tan solo es esencial mi propia piel. Añoranza se resbala en mi espalda como signo de escalofrío recordando que un día no hubo más nadie que tú y yo... aunque nos estrechaba con sus brazos el oscuro halo de la autocompasión y de la tremenda depresión. Y aparecía, sin embargo, la templanza, cuyo origen provenía de la ausencia de prescindibles. No tolero conjunto estrecho, mi cuerpo se escurre entre sus dedos, deslizándome, huyendo con respiración entrecortada por el tijerazo del miedo. Mátame indiferencia, antes de que lo haga el estruendo de mi pesar sujeto a mi esternón, acaba con el ser social... no deseo ser más que huraña en compartir mi aire y espacio.