domingo, 25 de septiembre de 2011

Prisma


-Sabes qué es un prisma? -preguntó mientras bajaba la mirada a la vez que sonreía con esa timidez tan carismática que lo caracterizaba, con ese atrevimiento tan tierno.


No, no lo sé… -ella contestó inocente sin embargo en el fondo sabía que le haría alguna definición relacionada con algo hermoso, con alguna de sus metáforas, pero lo cierto es que no había más belleza que la que él estaba observando en ese mismo momento. La chica parecía postrada en una postal viviente navideña, su pelo se hondeaba con el tenue viento mientras los copos de nieve caían con suavidad, incluso algunos descansaban en sus mejillas y se derretían con el calor que desprendían.


-Son objetos generalmente con forma de prisma triangular, su utilidad o la característica que les hace realmente especiales y necesarios es que cuando una luz blanca los atraviesa ésta separa todos los colores que contenía en ella y los muestra -hubo uno o dos segundos de silencio que se tornaron eternos, tres puntos suspensivos que para la joven por un instante fueron un punto final.


>> Sabes? cuando estoy contigo me siento como una luz blanca, con toda esa temperatura en mi interior, ardiendo todos esos colores dentro de mí, deseando ser liberados.No obstante te acercas y me sonríes o me dices alguna estupidez, me das la mano sin dármela, me ofreces las confianza que deseo que me des. Así pues, te atravieso sin a penas acercarme más de medio metro de ti, y siento como todo el ardor que quemaba mis entrañas es expulsado y te lo muestro sin temor alguno, porque contigo se convierte en verdadera belleza.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Veranos de otoños y primaveras de invierno


"Que no quiero que me entiendan, que desde pequeña pertenecí al cajón de los poetas abandonados. Almas verdaderas no hay quien las comprenda, quién es el humano para ello, y por eso aquel de cabeza gacha y corazón alzado comprende la incomprensión de ésta, respeta que nadie la entienda, esa es la belleza que esconde el universo, que esconde ese dios, que esconden otros mundos tan inmensos como el infinito interior del incomprendido. No me preguntes a qué viene esto, no soy yo quien habla sino la libertad de la palabra y de aquellos que sienten tanto como hablan en veranos de otoños y primaveras de invierno. Encerrar este verso en comillas para condenarlo al silvestre anonimato."

jueves, 7 de abril de 2011

Status quo: resucitando para morir


Las crisis están sujetas a una situación insostenible desbordada cuya consecuencia más próxima es la revolución, un conjunto de protestas y reivindicaciones de gran intensidad donde frecuentemente aparecen reacciones violentas por ambos bandos, el protestante y la represión, desencadenando normalmente la mejora. Dicho de otra forma, la tesis y la antítesis se enfrentan hasta dar forma a la síntesis.


No obstante, este fenómeno no es tan solo ocasionado por un grupo social subordinado bajo otro, sino además puede tratarse de algo individual e íntimo basado en sentimientos y deseos reprimidos y ahogado por un status quo que actúa como el peor déspota. Así pues el ser humano pierde toda humanidad social y racional para convertirse en un animal salvaje que se cobija en su propia soledad, el único consuelo para el inmenso odio que le provoca todo factor de su mediocre vida incluyendo a su propia persona y sus semejantes. Quien ama la vida ama sus componentes, pero para quien ya no le encuentra un sentido exacto a ella se convierte en insustancial y abstracta, donde los demás se transforman en efímeros y lejanos, y lo material absurdo. Le arde la ciudad dentro como la más ácida enfermedad al igual que los hilos que le sujetan tanto a ella como a él mismo. Se pudre su interior como ha sido previsto desde las alturas, permitiéndolo el añejo lobo derrotado por su propio peso, aún siendo consiente de ello. Dándose una decepción constante, ya que en algún momento creyó en su fuerza y diferencia entre el resto; una dulce quimera que no corresponde con la realidad actual. No nació en la familia ni en la época necesaria para cumplir sus sueños.


Ahora bien, la espera de la síntesis se cubre de incertidumbre y pesimismo, no en todas las revoluciones ha salido triunfante la justicia, hay ocasiones donde el lugar se cierne de destrucción y la sangre pasea con toda normalidad por las calles, admirando a su alrededor los escombros que en otros días formaron parte de un humano pleno.

lunes, 13 de diciembre de 2010

El añejo lobo y la joven.


Los mensajes de papel arden en incienso, desprendiendo el aliento de alguna hoja caduca. Enfurece su tallo maldiciendo el tiempo: el paso de los meses y el frío. No amainará el terrible roce del suelo y el ensordecedor sonido de plegarias, de las almas que ahora vagan solas, en este paraje, donde abunda lo invisible. Va la niebla, el vaho de lo vivido, de lo inhalado... lo que un día fue nuestro, cobijado en pulmones recibiendo el calor propio de la hierba de un rey.

El miedo a caer y ser arrasado por la lava.


Crujen con el pisar bípedo cadáveres que un día fueron fruto de la sabia, siguiendo los pasos de una bestia, cuyas patas abandonan tras ellas un rojizo río de gusto férreo. Escuchaba las plegarias de la joven, pero el añejo lobo, no se detuvo. Quiso no comprender el idioma y se limitó a fijar la mirada en la nada, convencido de que no amparaba razón en la terca estrechez de su cráneo.


-Si no desea oír mis oraciones, callaré... Sé, pues, que lo odiará. Podrá dar a entender que usted no padece la sentencia de mis labios... pero son tan suyos como míos.


Las palabras mencionadas resonaban con aparente ausencia y la sensación de que se negaban a refugiarse en la frialdad del animal. No pestañeó ni un segundo ni torció un instante sus ojos. Era una deidad en la región, respetado y temido, y como tal se comportaba


-No me engaña la falacia de su indiferencia ni de su autoridad. Sí, he temblado con su presencia más de una vez, pero sabe bien que no soy campesinado estúpido. Soy tan usted como usted mismo, en cambio no es ni una milésima de mí.


El añejo frunció el hocico, mas no hizo más nada que eso. Tan solo un gesto que agrietaba la distancia, demostrando que lograba descifrar su lenguaje.


-¿Está usted, señor, seguro que prefiere mi silencio? Si de aquí yo desaparezco, si mi voz se desvanece, ¿qué le quedará?. Cuando destruya la tierra que me vio aparecer, cuando mi sangre sea otro surco más que tan solo usted recordará, cuando la luna le dedique su ira bajo la mirada triste de las estrellas... solo su respiración reinará el aire, y presagio con seguridad que querrá que también esta desaparezca... Ahora, bien, ignórame pues...


Giró su orgulloso cuello con fiereza con el fin de asustar a su futura presa, pero tras él no se encontraba ni una milésima de vida. Observó el follaje carbonizado, el azufre levitando en la fría brisa, el estruendo del rojo postrado en el suelo... Sus cuencas se ensancharon a la vez que la muerte se cernía en el paisaje. Viró hacia delante su cabeza, cuando su asombro fue interrumpido por las palabras de la chica.


-No logrará alcanzarme, conozco con desmesura sus movimientos. Y, ahora, que avista su desastre, es hora de regresar a mí, pequeño. De volver a ser uno. Tan solo eres un cachorro que, asustado y endeble, busca el calor de la soledad. Te refugiaste ya una vez en mi cálido vientre, hijo mío. Volvamos a ser uno...

lunes, 9 de agosto de 2010

Recuerdo que olvido


Olvido que se me olvida con facilidad la capacidad de los demás para tanto sufrir como amar. Se me olvida, y acabo subjetiva y sola como cualquier vagabundo olvidado en la más fría calle, mirando a transeúntes recorrer rápidos el asfalto, tan veloces que son fugaces y difusos sobre el lienzo que parte desde la egocentricidad de mi ojos. Y bebiendo del vino más barato que encuentre, lamentándome en el reflejo de algún sucio charco, ni el llanto de los gatos se me antoja melancólico. Olvido que tengo hogar y en esta acera solo encontrada bajo mis pies alcanzo el sueño... y la muerte. No obstante, no soy común, pues no deseo ni soporto nunca limosna de nadie, ni aguanto la compañía de ningún perro acompañante. Huyo del fulgor de las farolas y resguardo el gesto de mi rostro en la más inexpresiva oscuridad. Olvido que soy gente, que no soy la única que encuentra pesar con las ocurrencias del tiempo y de la vida.

Y recuerdo, de vez en cuando, que entre el gentío no es mi pulso el único que resuena, que no es tan solo mi propio eco el que escucho. Vuelvo a mi hogar, pues recuerdo, y te encuentro. Olvidé que en mi partida te dejé olvidado. Olvidando que, mientras yo sufría la lluvia, tu te ahogabas con la misma tempestad. Que mi ignorancia alimenta mis temores y causa los tuyos. Recordando que más que triste vagabundo, soy acaudalada del capital de tu mirada y la fortuna de tu sonrisa. Que sientes como yo... y que a veces lo olvido.

miércoles, 28 de julio de 2010

El idioma de los lobos



Algún lobo murió no muy lejos de aquí e inexplicablemente volvió a nacer en el corazón de un ser humano. Aunque el idioma que transmitía su cerebro continuaba siendo el de los lobos, había logrado poseer un alma en su pecho, pues ahora se suponía que formaba parte del clan de las personas. Aquel fenómeno supuso grandes confrontaciones internas dentro del peculiar cuerpo. Ya que, al hablar dos idiomas totalmente diferentes, nunca lograban una relación amena entre ellos. Las miradas de odio que se dedicaban ardían en las entrañas, pues ahora también tenía entrañas.

Antes la sangre era hermana del agua, totalmente natural cuando debía descuartizar con la fuerza de sus mandíbulas y garras a algún pobre animal, ahora el color y olor de esta le provocaba repudio.

Estas no fueron la únicas transformaciones que sufrió el condenado híbrido. Su piel ya no estaba cubierta de pelo y el frío helaba como nunca. Sus dientes ya no eran afilados ni su mandíbula fuerte, por lo que una sensación de fragilidad se había cobijado dentro de él, sintiéndose un ser indefenso. Sus ágiles y rápidas patas habían sido sustituidas por dos torpes piernas, huir era demasiado difícil. Y vosotros, simples humanos, no podéis llegar a comprender el alivio que produce aguardar la posibilidad de la huida.

No obstante, hubo un cambio que se le antojaba a la anterior bestia agradable. Sobrevivir en su antigua hábitat era complicado, aunque gozaba de una inmensa libertad, pero un lobo solitario nunca sabe con quién compartirla. Ahora dormía en un confortable colchón, disfrutaba del calor que desprendía una chimenea y podía compartir su libertad humana. Amaba tener un hogar.

Pero todo, absolutamente todo, conlleva inconvenientes. Y es que en el fondo continuaba siendo un animal salvaje. Un animal salvaje que aún no conocía con profundidad el clan de las personas, por lo tanto temía y desconfiaba de ellas. Al no ser como los demás, no ser totalmente puro, resultaba muy fácil ser descubierto y expulsado. Pues quién quiere a alguien que permanece en una especie de limbo, en un desequilibrio continuo entre el lobo y el humano. Para él bajar la guardia era un lujo que no debía permitirse, puesto que ser desterrado supondría una muerte dolorosa para su alma, la cual sería cruelmente devorada por el hambriento lobo. Así morir de nuevo y renacer de vuelta a la fría y húmeda tierra que lo vio nacer un día.

"Soledad era independencia, yo me la había deseado y la había conseguido al cabo de largos años. Era fría, es cierto, pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande, como el tranquilo espacio frío en que se mueven las estrellas."
Lobo Estepario

domingo, 25 de julio de 2010

Pequeña improvisación


Es verdad que ya no me inspiro y que apenas escribo. Vendí lo poco que tenía por una sonrisa real y el sonido de un pálpito que pudiera retumbar hasta las costillas. A las tuyas y a las mías. Es cierto que entregué mi alma a la vida, y esta es tan sencilla que para entenderla solo hay que vivirla. Que debajo de la cama las pelusas acompañan. El ser humano, ser de costumbres y hasta de la oscuridad se adapta como un estúpido conformista que malgasta. Derrocha cada pulso y cada bocanada de aire que recogen sus pulmones. Ennegrecidos de aquel humo que expulsan tubos de escape y alcantarillas, pues el pecho se agazapa a ras de la acera y no con los pies sobre ella. Que sí, que así es cuando más se escribe, cuando el corazón tose y los pulmones se arrojan hacia el asfalto. Prefiero ser artista de la vida, escuchar que me murmulla y admirar el revoloteo coqueto del vuelo de su falda cuando el aire se entromete atrevido entre sus piernas, que serlo sobre un papel. Él nada me cuenta, se queda callado y escucha los sollozos que plasmo sobre él. Y es que ahora no quiero que me escuchen. Que mi boca esta cansada de hablar y hablar, pues el silencio salpicado de lamentos ya solo me provoca bostezos...