sábado, 14 de noviembre de 2009

Festín para las pesadillas.

La presión de su pecho se ha extendido hasta la espalda... Está empezando a volver a vivir, a volver a sentir... No, no es una buena noticia, no es precisamente bueno lo que está sintiendo...

21:40

Por fin ha acabado de estudiar, el día se le ha hecho eterno desde que se levantó por la mañana. La mañana supuso como siempre una gran tortura, no le es nada agradable despertar del único momento en el que es feliz. El único momento en el que la presión de su pecho desaparece, hasta que la luz del día se entromete en su habitación y como de costumbre susurra su cartacterístico ruido silencioso, que causa el principio de otro insignificante día. Estúpida mañana, siempre lo extropeas todo, ojalá no existieras.

Al acabar se le presenta por delante toda una noche libre para pensar, eso no es bueno. No es bueno para una persona como ella y menos hoy. Esta noche será un gran festín para las pesadillas... Como principal plato la placenta de nuevos sentimientos acabados de nacer. Como segundo el jodido susurro que no para de quejarse detrás de su oreja. Finalmente, como postre toda clase de complejos propios de una atormentanda adolescente idiota y sobre todo diferente... Demasiado diferente, más de lo que ella hubiese deseado.

23:27

Era de esperar que iba a explotar. Grita sin ser escuchada, puesto que hacer ruido no está entre sus preferencias. Era de esperar... Demasiada tormenta, demasiados sentimientos en un pequeño cuerpo que, en tan poco tiempo, ya se había acostumbrado a no abarcar ninguna emoción. Y hoy, justo hoy debían usar su cuerpo como campo de batalla para revolucionarse, hartos del ambiente de putrefacción en el que se encuentra su ama. Ambiente que le afecta tanto, nunca había sido tan receptiva. Aparentemente la presión de su pecho ha originado un agujero en él donde se almacena todo lo malo que encuentra en su camino.

1:09

Ahora simplemente se dedica a Intentar escribir sobre él, pero le es imposible. Demasiadas ñoñerías salen de su mente, suficientes para ruborizar a la reina de la ironía, título del que ha sido proclamada por decisión propia y del que desgraciadamente nunca podrá desprenderse.

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