martes, 3 de noviembre de 2009

Esclavo y amo.

Esclavos, esclavizados por nosotros mismos, de nuestros prejuicios y los de los demás. Esclavos de la ignorancia y estúpidez, tanto nuestra como de ellos. Nunca, NUNCA seremos libres. Intenta disfrazarte de despreocupación, quizás de el pego, pero sabes que solo es un maldito disfráz. Eres insconsientemente consciente de que eres un esclavo. Esclavo y amo, te esclavisan y esclavisas. Somos todos vasallos de la opinión, del pensamiento de los demás e incluso, a veces, del nuestro. Seguid gritando ¡LIBERTAD! Yo seguiré planteandome si en realidad lo somos, a lo mejor en algún aspecto sí, aunque tengo mis dudas sobre ello. Seguimos sintiendo el horrible dolor que producen los latigazos, originados por esas miradas, por esos susurros incomprensibles, pero te imaginas de que tratan.

Ahora no te hagas la víctima, te escupen y escupes mierda. Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos. Aquí nadie se salva de salir escaldado, pero tampoco de ser verdugo. Cortamos cabezas continuamente, de una manera rutinaria, sin ni siquiera plantearlo. Puedes ir de "guay" por la vida, diciendo por ahí que tú llevas las riendas, que no hay nada que te límite: sigue mintiendote a ti mismo. Somos carroñeros por natulareza, devoramos sin piedad a lo diferente, a lo que nos desconcierta. Tememos a todo lo que sea contradictorio, tanto como ir a contra corriente. Podemos intentar soltarnos de las cuerdas que nos atan a nuestros amos, desear ser libres, incluso aparentar serlo, pero la libertad no existe. La libertad de la que yo hablo solo es un espejismo mentiroso, adulador e inalcanzable.

No me tomes por una pesimista estúpida, es más, te animo a intentar reducir tu esclavitud, pero con ello tu hipocresía.

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