lunes, 22 de febrero de 2010

Bóveda marítima

El mar cierne tantos misterios... solo conocidos por unos pocos, aquellos que no entienden el agua salada, que por más empeño implicado aún siguen siendo de agua dulce. Misterios que tan solo son vistos por los ojos de quien no respira el mismo oxígeno, para quienes la brisa más corriente quema las escamas. ¿Nadar? intentan andar por la blanduzca superficie cristalina, pero quién puede caminar sobre agua... procura lograrlo el que como finalidad tiene la perfección, un total control de litros y litros de lágrimas del cielo. Pero tan solo son un lingote de hierro oxidado hacia la deriva, se hunden, tragan arena... pues el peso de sus almas, de su espíritu calcinado por el aire, pesa más que cualquier roca perdida en la bóveda marítima. No fluyen, no olvidan su equilibrio entre el suave azote de las olas. Estos que no tienen lugar, que envidian la libertad de la gaviota que sobrevuela el pequeño infierno mojado, que no comparten la fluidez de aquellos que flotan en la superficie y que tampoco comprenden a quienes habitan en los lares más profundos. Atraídos por la contracorriente, cuya bella soledad a veces es más suculenta que cualquier multitud absurda. El fulgor de algún faro puede iluminar, pero incluso esto daña a aquellos, puesto que son pobres criaturas en las cuales sus extremidades son pequeñas prolongaciones que no superan el fuerte golpe del viento al chocar con océano, y ni siquiera son capaces de rozar su fuente luminiscente ni el simple segundo que tarda una gota en dividirse, deformarse y unirse en el instante que es golpeada contra el suelo.

2 comentarios:

  1. El texto mola y se nota que tienes un gran registro y las comparaciones son tambien muy buenas.

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  2. DIOS! me has solprndido nuevamente...
    para que después no digas que no eres buena en esto.
    Sé y sabes que lo eres,no te subestimes.

    Te ha quedado bastante chulo el texto,me gustó mucho.

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